DESMINTIENDO MITOS SOBRE EL YOGA

¿Qué es el yoga? ¿Es cierto todo lo que creemos por la palabra yoga? ¿Todo el mundo puede hacer yoga? Sí, todo el mundo puede hacer yoga.

En los textos antiguos, la palabra yoga hace referencia a la detención de las fluctuaciones mentales o, en otras palabras, a que nuestra mente vaya disminuyendo su parloteo. Eso permite que nuestra atención se centre más fácilmente en un solo punto u objeto, en lugar de dispersarse y saltando de una cosa a otra.

Además, nos muestran un camino o sendero de ocho pasos a seguir para todos los practicantes de yoga, de los cuales destacamos en orden los 3 primeros:

1- Yamas: 5 actitudes en relación con el entorno. Como la no violencia, no mentir o no robar.

2- Niyamas: 5 actitudes en relación con un@ mism@. Como el contentamiento interior, pureza en nuestro comportamiento o autoconocimiento.

3- Asana: o postura en sánscrito. Hace referencia a una postura cómoda, estable y en total reposo (para realizar las prácticas de respiración y meditación que serían los siguientes pasos).

Esto ya nos da una visión muy diferente a lo que estamos acostumbrad@s a ver, tanto en redes sociales como en las clases de yoga actuales, del significado y valor real que se tenía del yoga en la antigüedad. Para ellos, el yoga era una vía para poder aquietar la mente mediante una postura de meditación que les permitiera estar presentes y dedicarse ese momento de introspección. Es más adelante, donde se incorporan variaciones a la postura sentada con piernas entrecruzadas para meditar.

Es más, de los 196 Yoga Sutras (discursos tradicionales de yoga), solo un sutra está dedicado a las asanas o posturas. Pero, por alguna razón, en los tiempos modernos, este sutra ha ganado importancia sobre todos los demás.

Por lo que, manteniendo ese valor real de la palabra yoga, podemos entender que el yoga se adapta a cada uno de nosotros/as, y no al revés. Yoga no son posturas inalcanzables. No es ponerse la pierna detrás de la cabeza. No es una flexibilidad irreal. No es un conjunto de ropa o esterilla cara. No es una experiencia “glamurosa”. No es solo una práctica religiosa. No es solo para personas con dolor de espalda.

Curiosamente los mayores avances en el yoga no pueden medirse ni mostrarse porque ocurren dentro. Con cambios de actitud, apertura de consciencia, compasión, concentración, calma, dolor y dicha. Y todo esto no es cuantificable. Por lo tanto, yoga es una práctica interna.

Neurocientíficamente, sentarse en silencio o meditar hace que la amígdala se empiece a suavizar, permitiendo que nuestra atención hacia dentro se vuelva más fina y sutil. Además, Nazareth Castellanos, investigadora científica, confirma que la práctica regular de yoga aumenta la materia gris del hipocampo (entre otros cambios estructurales del sistema nervioso), mejorando la memoria y la gestión de la conducta. Y esto, sí es trasformador.

En resumen, yoga es una disciplina milenaria que ayuda a nuestro desarrollo armonioso en los aspectos físico, mental y espiritual. Respecto a la parte física que actualmente conocemos, existen un gran número de posturas y cada una de ellas tiene diferentes beneficios, no sólo para el sistema muscular y esquelético, sino también para los sistemas nervioso, respiratorio y circulatorio. Y es que, las asanas son sólo un medio para llegar a la mente.