¿Cómo nos vinculamos? Los estilos de apego

Los seres humanos nacemos con un sistema nervioso incapaz de regular estados emocionales y físicos, necesitando a los demás para hacerlo. Para aprender a regularnos adecuadamente, necesitamos de figuras vinculares sensibles y presentes a nuestras señales e intenciones (especialmente en los 3 primeros años de vida). Los cuidadores principales aprenden a atender al bebé y cubrir sus necesidades para que pueda calmarse. Es una atención continua que hace posible que el bebé desarrolle el soporte neurofisiológico que le permita calmarse cada vez con menos soporte asistencial. Esto es lo que se denomina corregulación, ayudando al
sistema nervioso del bebé para que aprenda a autorregularse. Estas experiencias hacen que se desarrolle un estilo de apego determinado. Y, dependiendo de la capacidad de autorregulación de las personas que estaban a nuestro cargo, así aprendimos nosotr@s a autorregularnos.

Estas experiencias tempranas, junto a las posteriores durante nuestra infancia y adolescencia, van conformando nuestros patrones relacionales (¡que no son estáticos!). En esta newsletter vamos a recorrer la teoría del apego, con los estilos de apego, y cómo influyen en nuestro sistema nervioso.

La teoría del apego o vínculo afectivo fue desarrollada por John Bowlby y ampliada por Mary Ainsworth. En este sentido, la figura de apego es la base de seguridad desde la cual explorar el mundo e irse adaptando a las diferentes condiciones vitales. Esta es la estrategia principal y está relacionada con el sistema nervioso parasimpático vagal ventral. Si recordamos, es la rama de nuestro sistema nervioso relacionada con la calma, la seguridad y la conexión social.

Cuando las figuras principales de apego han estado presentes de una manera consistente y coherente, y reparando los posibles daños (rupturas) del vínculo, se desarrolla un estilo de apego seguro. Pero si las figuras de apego principales no han estado presentes de una manera consistente y coherente, el estilo de apego que desarrollamos es inseguro. En los estudios de Mary Ainsworth se vieron tres estilos de apego inseguros: ansioso ambivalente, evitativo y desorganizado.

«Para ser un adulto independiente y seguro,
debió de haber sido un bebé dependiente,
apegado, sostenido; en pocas palabras, amado».

Sue Gerhardt

Profundizaremos en ello en próximas entradas.

Te abrazamos,

Equipo Kevala Psicología